Hijo mío



Esta breve carta es de algún modo una forma de espera. La escribo a unas semanas de que tu mamá y yo nos enteráramos, entre felicidad, duda e ilusión, de la noticia de tu próximo arribo. Felicidad, por el deseo natural de tener un hijo; duda, porque los caminos nuevos se recorren con cautela y lentitud; ilusión, porque tu mamá y yo solíamos imaginar hasta tarde a un ser que fuera un poco de nosotros y otro tanto diferente, tan parecido y tan único. 

Noticias como ésta no deben guardarse como secreto. Cuando la compartimos con la familia, tu familia ahora, más de uno no pudo contener el llanto, y admito que tu mamá y yo terminábamos contagiados por esa extraña sensación de aguardarte y ya tenerte al mismo tiempo entre nosotros, tan delicado y pequeño, tan protegido por el cariño de todos. 

De tal forma, hijo, que tienes aquí afuera brazos que procurarán tu cuidado, manos que apretarán tus mejillas, besos de buenas noches; también palabras que serán consejos y bromas; historias sobre los ausentes, que en cierto sentido permanecen en ti y que sólo tú descubrirás; incluso ladridos que interrumpirán tu descanso. Tienes sobre todo unos padres que tratarán de mostrarte la inmensidad del universo, la profundidad de los sueños y la dicha que es compartir con seres amados esta brevedad de tiempo que llamamos vida. 

Comentarios

Unknown dijo…
Felicidades amigo por un nuevo ser que tienes!

Te mando un fuerte abrazo!!
Desde tierras tecampaneras

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