Escombro y cenizas
Si alguien ha fungido como “ama de casa”, seguro habrá notado lo complicado que es mantener el área y objeto de trabajo totalmente limpio. Apenas uno se levanta y hay una cama que hacer. El simple hecho de beber agua implica tomar un vaso que a partir de esa acción bien podríamos adjetivar como sucio. Preparar café es ya un cochinero.
¿Y qué pasa cuando la casa es un verdadero desastre, cuando cada cosa se vino abajo, cuando, más bien, lo que se tiene que levantar no son las cosas que estaban en la casa, sino el concepto de casa misma? Si alguien quiere apreciar de mejor manera el referente de “caos”, puede acercarse a las casas hechas escombro o, mejor dicho, deshechas y desechas escombro. Los elementos que suponían un sentido, alteraron su sola sintaxis hasta formar un verso sin pies ni cabeza, o con pies y cabeza y brazos, pero en una posición distinta.
Algunas virtudes tiene el caos. Pienso que la principal estriba en la posibilidad de juntar cosas que de por sí nunca en la vida estarían juntas. Si mi librero se viniera abajo en este momento, los libros de Borges, que están en el entrepaño más alto, probablemente compartirían el suelo con algunos textos culposos de abajo. Aunque también permitiría relacionar cosas que de otro modo nunca nos hubiéramos imaginado que podrían relacionarse. En el ejemplo hipotético, Borges podría caer sobre Lucrecio y esa sola posición descubriría el par de deudas que debe el argentino al latino.
Algunas virtudes tiene el caos. Pienso que la principal estriba en la posibilidad de juntar cosas que de por sí nunca en la vida estarían juntas. Si mi librero se viniera abajo en este momento, los libros de Borges, que están en el entrepaño más alto, probablemente compartirían el suelo con algunos textos culposos de abajo. Aunque también permitiría relacionar cosas que de otro modo nunca nos hubiéramos imaginado que podrían relacionarse. En el ejemplo hipotético, Borges podría caer sobre Lucrecio y esa sola posición descubriría el par de deudas que debe el argentino al latino.
Pero nada me podría causar más pavor que ver las cosas hechas cenizas. (De nuevo el verbo “hacer” es una ironía del lenguaje.) Si las cenizas provienen de un volcán, debemos agradecer a la vida por la tierra fértil y el verde lluvioso. ¿Pero qué pasa con quienes hemos abandonado el campo y dependemos de nuestros “citadinos” trabajos y, en lo que llega la inspiración o la encomienda frente a la pantalla, barremos la casa incontables veces con la intención de que el suelo que pisamos esté limpio? Me imagino que la Tierra desconoce los conceptos de limpio y sucio. ¿Qué pasa con quienes perdieron todo y no tienen ni un suelo que limpiar, porque muros, ventanas, techo y suelo mismo son algo menos que caos?
(La foto es de Zyan. Tierra fértil la duda.)
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