Apología de Babel (esbozo de un Manifiesto inmigrante)


(La Torre de Babel de Pieter Brueghel, el Viejo)

La lengua es un remanso, agua fresca en el desierto. La familiaridad de una palabra transforma el entorno en una bienvenida cálida. Reduce las dudas; convierte el error en un juego. El idioma amuebla la realidad, es un constante diseño de interiores y exteriores, de pasado y futuro. No hay murallas más resistentes que las del idioma. Se yerguen con los siglos y las raíces se vuelven profundos que resulta necio e inconsciente arrancarlas. Algo de aquella manera de nombrar las cosas persistirá en la memoria de los hombres, algo incluso no heredado, que tal vez descubramos algún día.

Después de la frontera, el encierro no es un asunto menor. Se trata del momento en el que una lengua comienza a permearse con otra; habita un espacio ajeno. Natural flujo el de las cosas que se mezclan. Pero requiere la paciencia de la espesura, pues un choque lleva consigo la elevación de muros sin sentido. Los hombres, como las lenguas, no vive  en soledad, por lo que restringir su deixis es ya un hecho violento, que lleva a las lágrimas cuando no a la extinción. Perder sonidos del ayer, forjados en las calderas de la inminencia, exige una ceremonia póstuma de la vida, que ha perdido nuevos nombres, nuevos destinos. Y si bien las mayorías y el poder silencian las voces de los extraños, ninguna boca debe callar aquello que sólo puede decirse de cierta manera.

Pero hemos adjudicado valencias positivas y negativas al azar, esa topografía ciega de la tradición. Hemos agregado atributos genéticos a uno identitario, acaso como una forma de hacerlo evidente a la distancia, quizá para insistir en las fronteras que a unos u otros convengan o simplemente porque la igualdad no existe. Si lo anterior es cierto, una suerte entre otras me consterna sobremanera: el no volver. Negar el regreso es una forma de justificar la ausencia del azar, la idea de lo superior, la dicha y la tristeza. A veces creo que la lengua es lo único que debe defenderse a muerte.

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