Tito es amor




Tito Monterroso tiene un efecto particular en mi lectura: apenas reviso el índice o los títulos de sus libros y ya me estoy riendo. Lo peor del asunto es que llego al chiste esperado… como ese clásico de Mr. Taylor en el que, después de la escasez de cabecitas latinoamericanas, se promulgan nuevas leyes para agilizar el proceso de compra-venta (ya ven que los gringos se hacen de las cosas a puro billetazo, bueno, y de otras formas también). Una de las leyes creo que atañe a expresiones descabelladas que no pueden comprobarse, como esa del tipo a quien se le ocurre decir que hace mucho calor y luego, “termómetro en mano”, resulta que siempre no. O esa otra también famosa en el cuento “La primera dama” (ya no podemos tocar madera, pues tenemos una primera dama monterrosiana), en el que el secretario de Educación, si mal no recuerdo, “nebulosamente” piensa que quizá los niños se desmayan porque están medio desnutriditos, y luego los papás confirman que sí, efectivamente, aunque no todos los días, mandan a sus hijos a la escuela mal desayunados… Como decía, llego al chiste esperado y entonces la carcajada como esas en las que dan ganas de estar frente a Tito y decirle:
            ―Aquí sí te rifaste, mi Tito.
Pues qué le hace uno, después de leer tanto al mismo autor, lo más natural es tutearlo. También recuerdo que Carlos López contó alguna vez que varios escritores latinoamericanos, creo que Tito andaba de pasada por ahí, se pusieron un reto: escribir un palíndromo. No recuerdo quiénes eran los otros próceres de nuestras letras, pero Tito echó tiros de inmediato: ACÁ SÓLO TITO LO SACA.

Lo veo con su gato, sentado, pensando en uno y mil chistes que aligeran su prosa para hacerla más compleja, pues sí, eso sí, todo mundo muy de Borges y Rulfo, pero poco de Tito, como si su estilo indirecto, el lenguaje de sus personajes, las múltiples perspectivas narrativas, el narrador tan querido de todas sus historias, fueran menos. Quizá algún día, con un poco más de tiempo, pueda hacer algo serio sobre este tipo, Tito, a quien considero que es puro amor. 

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