Círculos concéntricos

A veces creo que la vida es una compleja trama de círculos concéntricos, es decir, una serie de círculos envueltos por otros más grandes. De manera inevitable, el tiempo traza nuevos círculos. Unas veces los círculos pequeños suelen meterse en los prioritarios, en los más grandes. Por ejemplo, cometo hoy un error o mañana otro y pronto, pese a que hayan estado en la infimidad (por decirlo de algún modo) de la espiral, surgen como un bolsillo lleno de canicas.

Pero lo peor no es eso, lo peor es que todo círculo se expande o se contrae. Con el tiempo, uno debe aprender a controlar que una "pendejada" no se expanda y se convierta en el círculo mayor e inmediato. Con el tiempo, uno debe aprender a esconder las mayores felicidades de su vida sin que otros, generalmente los más cercanos y los que dicen que te aman, lo adviertan, para que así esa felicidad quede ahí, intocable, límpida.

Con el tiempo, como es mi caso, lleno de círculos negativos y muy pocos positivos o, como en este momento acaba de suceder, de momentos positivos que pronto alguien arruina, se debe aprender que la literatura es el único círculo cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna. No me refiero a este texto, sino al poema de desesperación y enojo que saldrá en cuanto el punto final sentencia esta estúpida entrada.

[Ya estoy cansado..., otra vez.]

Comentarios

Anónimo dijo…
Entonces puro silencio. Pancéntrico y descircunferenciado, como el migajón. Más que la literatura, el círculo que está en todas partes, y casi parafraseándote, es el de las pendejadas. Esto es casi irrenunciable, como la miseria soluble que nos rodea.

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