Tan Dun
Casi al inicio de este blog escribí algo sobre Paganini y sus 24 caprichos. Decía en esa ocasión que deseaba, por cada capricho, hacer un poema. El mundo sigue sin esa hazaña (sería una hazaña), y temo que se quedará así, a menos, claro está, que alguien con mejor inspiración poética emprenda el cometido.
De igual forma, cada vez que escucho esta pieza de Tan Dun deseo, arrebatado por las notas, arriesgar unas líneas arriesgadas. Triste me quedo, pues, apenas ensayo un verso, el tiempo decide ponerle fin a la música. "Algún día", me digo, "vendrá alguien que tome la pluma y, desde la montaña más alta, decida dejarse caer en el pentagrama de la página en blanco".
De igual forma, cada vez que escucho esta pieza de Tan Dun deseo, arrebatado por las notas, arriesgar unas líneas arriesgadas. Triste me quedo, pues, apenas ensayo un verso, el tiempo decide ponerle fin a la música. "Algún día", me digo, "vendrá alguien que tome la pluma y, desde la montaña más alta, decida dejarse caer en el pentagrama de la página en blanco".
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