Calderón

Más de un joven está preocupado por la llegada de Peña Nieto a la presidencia, y creo que con justa razón. Pero, a mi entender, Peña Nieto ya es presidente. Es decir, se trata de un hecho inviolable, para bien o para mal de todos los mexicanos. Creo que hay algo que no debemos perder de vista: una muy buena parte de México eligió a Peña Nieto, es más: la mayoría de los mexicanos votaron por Peña Nieto. Ya, así quedó. No justifico el hecho, lo explico; no lo afirmo, lo enuncio.

Pero mi pregunta va por otro lado. ¿Y Calderón? Calderón se está pelando por la puerta grande y nadie hace nada. Se va. Para ser sincero, no me interesa cómo se vaya Calderón, es decir, con dinero, sin dinero, con una chamba bajo el brazo, con un rolex, etcétera. Lo que me preocupa es que se va. Sólo Sicilia pudo cuestionarlo sobre algo por lo que todos deberíamos estar interesados: priístas, panistas, perredistas, imbéciles, drogadictos, estudiantes, amas de casa, doctores, licenciados, ingenieros, profesores, enfermeras, albañiles, secretarias, todos. ¿Y los muertos?

Ya habrá tiempo para reclamarle a Peña Nieto, ya habrá tiempo para criticar a nuestra primera dama. Tendremos seis años y sería un error no hacerlo. Pero, por ahora, señor presidente Felipe Calderón Hinojosa, ¿qué hará con su trofeo sexenal?, ¿dónde llevará las cabezas y los brazos y las piernas y los senos y los testículos y uno a uno los cabellos y los litros de sangre de desayuno y los ojos que adornan la noche y las lenguas calladas a golpes y la nariz torcida y los pies quebrados y las uñas trituradas y los dedos amputados y las gargantas oprimidas y las barrigas sin su alma y los gritos deshechos y las voces ignoradas y los rosarios desgranados y las lágrimas vertidas en la noche?

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