1 de julio (¿y luego?)
Quizá no sea cuestión sólo de
observadores, quizá no sea necesario llenar plazas o estadios más grandes o
instalar cámaras en cada una de las casillas, quizá una de las tareas
pendientes de México sea la educación política crítica de sus ciudadanos. Que sus
argumentos no se basen en encuestas ni en la opinión de su vecina ni en lo que
dice uno u otro periodista ni en la cantidad avasalladora de spots ni en gorras
o playeras o cemento o grava ni en la opinión de un artista de moda, porque con
ninguna de estas cosas se resuelven los problemas de México.
Ahora bien, creo que el
ciudadano debe ir más allá de un candidato. Una sola persona no gobierna este
país; votar por uno es también votar por un puñado de gente, por la trayectoria
de un conglomerado de personas cercanas a él. Por ello, me parece que una de las
primeras preguntas de quien pretende ser un ciudadano político crítico como
nosotros es: ¿ahora que voté, reconocí los nombres de los candidatos (y no
pienso solamente en los presidenciales)?, ¿conozco la trayectoria de los
diputados y senadores, por ejemplo?, ¿sé con quién se codean, de dónde viene,
qué han hecho para llegar a dicha candidatura? Si lo pensamos bien, las
elecciones están llenas de vacíos, de huecos de ignorancia y estupidez que el
ciudadano llena con algodón o basura.
Hoy tenemos la
oportunidad de organizar una crítica verdadera, no sólo descalificadora;
organizar discusiones y exigir a nuestra familia, a nuestros amigos (comencemos
con los más cercanos), argumentos y fuentes periodísticas contrastantes (no
sólo las pintadas de un solo color), y no chismes, para que la plática no se
construya en el aire. Preguntarnos: “de lo que digo, ¿qué tanto conozco?, ¿no
será que sólo pretendo impresionar a mi interlocutor?”; “de lo que digo, ¿qué
tantos son argumentos (con una reflexión previa) y no meras repeticiones o ecos
vacíos?” Veo en internet una ola de expresiones todas con un nivel realmente
pobre (y no me refiero sólo al poco cuidado que se tiene en la escritura), sino
a las mentadas de madre y expresiones poco inteligentes de un país que irónicamente
reclama conciencia. Al mismo tiempo, veo, por otro lado, una serie de exclamaciones
de felicidad como si el país hubiera amanecido sin problemas, como si de verdad
México ganara de la noche a la mañana: hasta donde yo sé, las ciudades no se
construyen en un día. Ya vimos que las redes sociales sirven, funcionan, ahora
creo que debemos usarlas de manera más inteligente. Confrontar con argumentos y
no descalificar con imprecaciones podría ser el motor de algo nuevo. Yo creo
que una primera exigencia a los nuevos políticos puede ser: cobertura nacional
para Canal 11 y Canal 22. Sé que es muy difícil, no hay duda al respecto, pero
podemos empezar a presionar.
Elegir uno, equivocarnos
o no, es el principio de la participación, de la duda, pero también de la
exigencia. El día en que un candidato vaya a votar y nadie quiera tomarse una
foto con él o que una campaña en lugar de mítines tenga mesas de discusión o
que los candidatos puedan ir sin problemas a todas las universidades; el día en
que, como ciudadanos, exijamos personas preparadas rodeadas de otras tantas y
los partidos no nos ofrezcan tasajos intelectuales; ese día quizá podamos decir
que las elecciones fueron justas, libres y equitativas.
Comentarios