La culpa es de Hollywood

¿Cuántas veces una película ha sido un fiasco porque al guionista se le ocurrió que el final debía ser un final feliz? La literatura, por cierto, ha incurrido en propuestas estéticas similares. Si bien todos deseamos que el mundo esté en paz, el arte tiene la libertad de no serlo, de contradecir lo que en la realidad podría plantearse como una imposibilidad ética.

No obstante, cada vez estoy más convencido de que la realidad supera a la ficción. Esta libertad, ejercida de antemano, y que la mayoría de escritores ignora, no es capaz de imaginar, por ejemplo, crueldades parecidas a las tramadas por la realidad. Asimismo, creo que no es capaz de urdir felicidades muy gustosas. Para ello, citaré dos ejemplos nimios, insignificantes, grotescos, reales.

1. El día de hoy, dos equipos de futbol (vamos a decir dos, aunque bien pudieron ser tres o quizá más) ganaron en el último momento, pese a que buena parte de los 90 minutos iban perdiendo. Uno se corona campeón; el otro, pasa a semifinales. Las jornadas fueron algo menos que heroicas, increíbles.



2.  El día de hoy, encuentran 49 cuerpos mutilados en Nuevo León.



Estas exageraciones, que ofenden incluso la lógica, son operaciones propias del arte; pero del arte de lo efímero, del arte que muchas veces cansa, aburre. Me parece genial que la realidad albergue momentos tan iluminadores como estos; me parece deleznable que el arte los reproduzca ad nauseam. No me imagino una crónica mejor que la realidad abajo presentada. No importa qué se gane, contra quién; importa el presente de ese presente y su hipotético significado en cada uno de sus receptores. De eso debe tratarse la realidad.














Comentarios

Entradas populares