El periodismo y el olvido

Creo que el periodismo en general está hecho para el olvido, que las notas de La Jornada de días pasados son más pasajeras que mi desayuno, aunque claramente el destino de muchas personas dependa más de lo primero. No obstante, vale la pena detenerse de vez en cuándo en minucias como el debate que giró/gira/seguirá girando en torno a Letras Libres VS La Jornada (que nunca he entendido por qué mayusculean la segunda palabra). (Sigo su ejemplo y me niego a poner en cursivas sus nombres. Una palabra más entre todas. De nuevo el olvido.)

Más allá de los alcances del debate, quiero detenerme sólo en la causa: la opinión de Letras Libres, la calificación al diario La Jornada: “cómplices del terror”. No quiero darle la razón a Letras Libres ni a La Jornada, sólo hay que destacar que “cómplices del terror” es sólo una opinión, es decir, algo que le parece a alguien. Un yo que enuncia sobre algo. Desconozco desde cuándo, pero hace un rato ya que los medios (así lo espero) están teñidos de subjetividad, de tomas de posturas, de posicionamientos. Esto no debería ser nada nuevo para el mundo periodístico, el hecho de que la escritura lleva una marca que unas veces va más allá del individuo, que unas veces alcanza posicionamientos de conjuntos, de firmas completas. Como sea, el periodismo ha caído en la opinión, y me parece un acierto. Lo que no me parece un acierto es que sea la opinión la construcción del conocimiento. ¿Yo puedo OPINAR que, vamos a decir, Peña Nieto es un imbécil en cuestiones literarias? Pero por supuesto. El punto a discutir es si dicha opinión tiene fundamento o, por lo menos, si se puede remitir dicha opinión a alguien que de verdad sepa del asunto. Esto es, la opinión, según entiendo, sólo nos lleva a relativismos de los que podemos sacar poco o nada, de los que sólo podemos sacar encuestas, tendencias, sin saber si estamos cerca no de la verdad sino de un conocimiento con algún anclaje.

El periodismo se ha manejado así y lamentablemente lo único que le ofrece a la gente es una postura endeble, opiniones con poco fundamento. Argumentarán que México es un país "libre". Sin duda alguna, y todo mundo puede decir casi lo que sea, opinar sobre lo que se le antoje. Lo que sí me parece un foco rojo es que no haya filtros, es decir, que ni los medios hagan todo lo posible por ofrecerle la mejor opinión a la gente y ni la gente tenga las herramientas -digamos- para manejar esta información, que la gente sea influida porque cree o confía en lo que cada personaje informador diga.

Cuántas veces he escuchado que Televisa sólo dice mentiras y que TV Azteca es más "alternativo". Algún intelectual que lea esta nota quizá diga que se debe al medio en que me desenvuelvo, que se trata más bien de "amistades" y no de realidades. Pero, de todas formas, el hecho existe y, aunque espero que sea una muestra mínima, me temo que se trate de una realidad. Cuántas veces he escuchado que la verdad del mundo está con Aristegui y que Denise Maerker está más del lado del PAN y, por lo tanto, debe desacreditarse su opinión. En fin, cosas por el estilo. Insisto, puede pensarse que es cuestión del medio en que me muevo, pero de todas formas no deja de ser un fenómeno que considero importante.

Entonces, ¿qué hacer? ¿Desconfiar incluso de Aristegui, pero, al mismo tiempo, brindar el beneficio de la duda al Teacher? ¿Que los medios contraten a especialistas? ¡Pero si así los venden, nos hacen pensar que las opiniones que escuchamos son de especialistas! Sin duda lo mejor, suele decirse, es estar informados. ¿Informados de qué? ¿De que tal o cual pertenece a tal o cual posición? Quizá, quizá. Entonces que primero lo digan quienes tengan que decirlo y que se dejen de "objetivismos poco confiables".

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