Habeo
Hoy estaba hambriento. Del trabajo, después de esperar media hora, me subí al Metrobús, después a un micro hasta el Colmex. Esperé... Conversé con mi asesor, y de nuevo tomé un micro a Copilco, imprimí, cotejé, salí, fotocopias, caminé hasta Filos, busqué alimento y nada. Desistí y me dirigí al hiperlumen, encontré lo que buscaba (después de 20 minutos) y caminé hasta otro micro, bajé, descendí al metro y llegué con muchísima hambre a mi casa.
Me hice un par de bisteces con ensalada verde y unos frijoles con queso panela desmoronado y agua de guayaba... Bueno, la verdad es que fueron un par de huevos con mucha sal. Y entonces el Paquito, uno de mis benefactores, me ofreció un poco de caldo de verduras con su ya característico chipotle. Excelente, como siempre, aunque dudo de la limpieza de los retazos del pollo e incluso del agua.
Y es que mi vida ha sido de regalos, quizá porque las pertenencias de un pobre sólo pueden adoptar ese nombre. Traigo la playera que me dio mi mamá, el pantalón que me compró mi mamá, incluso mi calzoncillo y los calcetines yo no tuve el valor de elegirlos. La compu en la que ahora escribo mi hermano se la compró a un chino en Estados Unidos (tiene sólo diez gigas de espacio y una RAM que prefiero omitir), el mouse es de Mario, mi mejor amigo, así como el horno de microondas, las bocinas, la tele y el DVD. Las maletas, Adri; mis playeras más nuevas, Zyanya y su mamá; desde como dos meses a la fecha El Gabi no me cobra una sola impresión (ayer fueron como 50 páginas), bueno, sólo las impresiones, porque el Rober me pasó las hojas (cero pesos) y lo peor de todo es que pienso pedirle un poco de azúcar para hacerme un café de cena; varios miles de pesos han sido invertidos por Bianca en el rescate de mi economía; la USB que permite que esta computadora tenga internet, también Mario; la USB donde escucho música, Zyanya, y quizá podría seguir con cada uno de los objetos.
De todas las cosas que habitan este cuarto, mis libros son lo único de valor que tengo, porque en sentido estricto lo demás no es mío, no fue adquirido por mí (bueno, casi todo: mis huaraches -de 20 pesos en Walmart-, mis celular -de 340 pesos o algo así-, etc.).
Son tantos los favores que debo, como hoy la comida que el buen Paquito con cooperación de otros hizo posible, que incluso me faltarían libros para saldar la cuenta. No sé si estar orgulloso, ni siquiera sé cómo sentirme al respecto porque en realidad desde que tengo memoria de responsabilidad así es mi vida -el Raúl me dejó los lentes en 200 pesos o creo que menos. Los cuatro años de la carrera y otro rato más, fui mantenido por mis padres y mi cuñado Wil; además de que todos los fines de semana casi sin excepción he recibido alojo en la casa de Pedro y Adri, que me procuran alimento e incluso cerveza. ¡Y qué decir de los papás de Zyanya que me procuran un poco de más cerveza que alimento!
Confieso que me molesta trabajar, pero no porque sea un flojo o algo así, pues en realidad me considero un buen empleado. Me molesta trabajar porque sólo así puedo seguir teniendo un pie en el mundo "real", pagar mis copias e incluso los huaraches de Walmart; porque sólo así sigo siendo parte de esta ciudad y de este país enredado en circustancias poco favorables para los que nacimos sin parientes pudientes ni amigos bien parados ni dinero para pagar una plaza o un lugar en una escuela.
Lo poco o mucho que he logrado se lo debo a todos, menos a mí.
Me hice un par de bisteces con ensalada verde y unos frijoles con queso panela desmoronado y agua de guayaba... Bueno, la verdad es que fueron un par de huevos con mucha sal. Y entonces el Paquito, uno de mis benefactores, me ofreció un poco de caldo de verduras con su ya característico chipotle. Excelente, como siempre, aunque dudo de la limpieza de los retazos del pollo e incluso del agua.
Y es que mi vida ha sido de regalos, quizá porque las pertenencias de un pobre sólo pueden adoptar ese nombre. Traigo la playera que me dio mi mamá, el pantalón que me compró mi mamá, incluso mi calzoncillo y los calcetines yo no tuve el valor de elegirlos. La compu en la que ahora escribo mi hermano se la compró a un chino en Estados Unidos (tiene sólo diez gigas de espacio y una RAM que prefiero omitir), el mouse es de Mario, mi mejor amigo, así como el horno de microondas, las bocinas, la tele y el DVD. Las maletas, Adri; mis playeras más nuevas, Zyanya y su mamá; desde como dos meses a la fecha El Gabi no me cobra una sola impresión (ayer fueron como 50 páginas), bueno, sólo las impresiones, porque el Rober me pasó las hojas (cero pesos) y lo peor de todo es que pienso pedirle un poco de azúcar para hacerme un café de cena; varios miles de pesos han sido invertidos por Bianca en el rescate de mi economía; la USB que permite que esta computadora tenga internet, también Mario; la USB donde escucho música, Zyanya, y quizá podría seguir con cada uno de los objetos.
De todas las cosas que habitan este cuarto, mis libros son lo único de valor que tengo, porque en sentido estricto lo demás no es mío, no fue adquirido por mí (bueno, casi todo: mis huaraches -de 20 pesos en Walmart-, mis celular -de 340 pesos o algo así-, etc.).
Son tantos los favores que debo, como hoy la comida que el buen Paquito con cooperación de otros hizo posible, que incluso me faltarían libros para saldar la cuenta. No sé si estar orgulloso, ni siquiera sé cómo sentirme al respecto porque en realidad desde que tengo memoria de responsabilidad así es mi vida -el Raúl me dejó los lentes en 200 pesos o creo que menos. Los cuatro años de la carrera y otro rato más, fui mantenido por mis padres y mi cuñado Wil; además de que todos los fines de semana casi sin excepción he recibido alojo en la casa de Pedro y Adri, que me procuran alimento e incluso cerveza. ¡Y qué decir de los papás de Zyanya que me procuran un poco de más cerveza que alimento!
Confieso que me molesta trabajar, pero no porque sea un flojo o algo así, pues en realidad me considero un buen empleado. Me molesta trabajar porque sólo así puedo seguir teniendo un pie en el mundo "real", pagar mis copias e incluso los huaraches de Walmart; porque sólo así sigo siendo parte de esta ciudad y de este país enredado en circustancias poco favorables para los que nacimos sin parientes pudientes ni amigos bien parados ni dinero para pagar una plaza o un lugar en una escuela.
Lo poco o mucho que he logrado se lo debo a todos, menos a mí.
Comentarios
Me llamo Ana María y soy administradora de un directorio web/blog. Tengo que decir que me gustó mucho su página y le felicito por hacer un buen trabajo. Le cuento que me encuentro construyendo alianzas con webs amigas para así atraer más visitantes y poder hacer más conocida mi web. Por ello, me encantaría contar con tu sitio en mi directorio, consiguiendo que mis visitantes entren también en su web.
Si está de acuerdo. Hágamelo saber.
Suerte con su web! :)
Ana María
Se que llevas mucho tiempo viviendo en el D.F. aún así, de vez en cuando me gusta leer tu blog y por alguna extraña pero lógica razón me siento más cerca de Teloloapan y de mi familia a la que a veces no veo tan seguido.
Saludos.