Avatar y el mundo de los espíritus




*Con la esperanza de escribir un texto de mayor extensión, documentado y placentero, dejo esta breve nota.

En Avatar subyacen varias tradiciones, sobre todo la hindú y la china. El término “avatar”, como sabemos, hace referencia a la idea de la transmigración de las almas, ajena para el mundo occidental. Los libros de religiones nos enseñan que, desde el principio de los tiempos, Vishnú(1), divinidad del equilibrio y conservación de las cosas, ha tenido varios avatares. Uno de ellos, por ejemplo, es la tortuga león que aparece al final del libro 3; otro, el penúltimo, Buda(2). Pues bien, en la serie animada puede rastrearse más de una línea de los textos védicos, de la mitología y cosmogonía hindúes (como algunas imágenes de los nómades aire, nombres de personajes, la relevancia de los cuatro elementos, etcétera).

La segunda gran tradición que convive en Avatar es la proveniente de ese enorme país que llamamos China. Pensemos solamente en la cantidad de animales híbridos que pueblan el libro 2 y las costumbres de las aldeas. Si consultamos los bestiarios de Oriente, nos percataremos de las combinaciones que lindan entre la imaginación y la locura (si aceptamos que estas palabras no son sinónimas) en la creación de nuevas especies de animales. Recuerdo ahora a Baku, animal que se alimenta de los sueños humanos y que es una mezcla de jabalí más cerdo más un felino raro y patas de pony. Bien se podría elaborar un bestiario a partir de esta serie.

Por último quiero hablar de Aang. Con apenas 12 años sabe que es el Avatar y que tiene que restablecer el equilibrio del mundo. La idea, sin duda alguna, es antiquísima. Lo interesante es la personalidad de este nómade aire proveniente de los pueblos del Sur. Sin padres, humilde(3), dotado de un libérrimo sentido del humor (algo inaudito en Jesús o Buda), delgado y orejón; rasgos que nos hacen creer en su corporeidad. Además, en el Avatar no sólo recae un poder casi infinito, también la sabiduría de los avatares anteriores(4).

Sin Dios, en el mundo de Avatar sólo existen espíritus, energía. El bien y el mal conviven en las cuatro naciones, en todos los hombres. “El bien y el mal están dentro de ti, Zuko”, dice Iroh. Sin embargo, el mundo no requiere la presencia del Avatar para indicar qué está bien y qué está mal. El Avatar nos recuerda que alguna vez fuimos sólo energía que fluía por el universo, sin sentirnos dueños de este mundo y sí parte de un todo.



(1) Junto con Brahma (divinidad de la Creación) y Shiva (divinidad de la Destrucción) conforman la trinidad hindú.
(2) Los libros bíblicos canónicos dan fe de la vida de Jesús hasta los 12 años; después de esa edad, parece que no hay rastro de sus milagros, sino hasta los 33 años, cuando muere. Es por ello que muchos investigadores apoyan la hipótesis de que Jesús viajó a Medio Oriente, donde se nutrió de la sabiduría de Buda. No hace falta decir que muchas de las enseñanzas del nazareno concuerdan con los seguidores de uno de los avatares de Vishnú.
(3) Por supuesto la figura tiene parecido con el ahora Dalai Lama. Como sabemos, las reglas para elegir al nuevo Dalai Lama, a diferencia de la religión católica apostólica romana u ortodoxa o cualquiera de sus variantes, tiene un toque de misticismo digno de comentar en otro momento.
(4) Jung habla del “inconsciente colectivo”, Yeats de la “gran memoria”, la Biblia del Espíritu; el sentido es más o menos el mismo.


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